¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí? —Salmo 13:1-2.
Cinco preguntas en apenas dos versículos. Cinco preguntas que denotan la desesperación y ansiedad del rey David ante la situación que le estaba tocando vivir. Y es que hay pruebas que son tan duras que en medio de ellas es común preguntar: “Señor, ¿hasta cuándo? ¿Cuándo se terminará esto?” No porque estamos cuestionando o demandando respuesta de Dios, o porque estemos dudando de su poder o cercanía sino que simplemente estamos expresando lo cansado que estamos y lo difícil que se ha vuelto la situación. Pese a todo esto debemos estar alerta porque nuestra alma se puede ir más allá de un simple ventilar las emociones y frustraciones; y puede comenzar a dudar de Dios. Para evitar que la duda gane ventaja sobre nosotros debemos orar como lo hizo David en el Salmo 13. De esta oración podemos aprender los siguientes principios:
Esther Díaz-Guzmán
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